domingo, 14 de marzo de 2010

No hay soledad

Para emprincipiar de nuevo el blog, no flotando ni nada por el (poco) estilo (que tenemos), sino, más que flotando, corriendo, como si de ello dependiera el vuelo, pero a partir, como en los sueños, de correr y correr hasta poder despegarse del pasto y ahí, recién después de haber sido muy humano, flotar, volar, decidimos (nota: sacarle el peso que tiene "decidir" a esa palabra), emprincipiar, empezar (dirán los cómodos, los policias y los incómodos de la lengua), con un muerto infinito, o, como lo llaman algunos: cadaver exquisito. Se llama así.







Nyx
        o la noche

es la diosa de las tinieblas

y la primera y más
                              antigua divinidad.


Del Caos nacieron el Erebo y Nyx, o la noche. De Nyx un lustro después, al atardecer de un violeta por no respirar los azules del terco cielo amamantando clorofila; sí... amamantando clorofila con su, gruesa y* hirviendo, rasposa y ansiosa, pedazo de poronga angustiada que mientras carlos se limpiaba la cara supuraba una lágria verde viscosa que nutrió sus labios espesos de dulce soledad... dulce soledad? DULCE SOLEDAD? No es que no hay "dulce" en "soledad" -> No hay soledad. Pero cuando en el lago se mueren las algas y no respirar para llevarte, muerta, al silencio de la inercia transparente que se vuelve tan transparente como un rompecabezas de un chabón metiéndole cosas en el orto a un animal que había visto sólo debajo del sillón de la oficina.

*Dolina explica  mejor que varios, a trevés del ejemplo, que, por ejemplo,: gruesa e hirviendo, es tan real, irreal y policíaco como Hilario e Sofía

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